domingo, 17 de marzo de 2013

Diario íntimo

"No quiero vivir más que para el éxtasis. Las pequeñas dosis, los amores templados, todas las medias tintas me dejan fría. Me gusta la extravagancia. Las cartas que transporta el cartero abrumado bajo su peso, los libros que rebasan sus cubiertas, una sexualidad que hace saltar los termómetros".

Siento que mi avidez es tan honda y tan genuina que asusta y crea rechazo. Miro a mi alrededor y todo me parece tan tibio, tan ligero, tan intrascendente como si de un decorado de cartón piedra se tratase, como si fuese a desvanecerse al mínimo roce. Las palabras medidas, los convencionalismos, las sorisas forzadas, las manos temblorosas... me rozan como una suave brisa, pero no me penetran.

Yo quiero llegar hasta el fondo de todas las cosas, hasta la extenuación del verbo, del acorde, de la caricia. Encuentro más verdades en los vertederos que en los manjares compartidos con tantas personas vacías. Me hallo persiguiendo la inmundicia, la verdad que sangra, la ansiedad que ruge. Pero ese mundo tampoco está hecho para mi fina piel embalsamada.

Tras la atormentada búsqueda al fondo de mí y mis circunstancias, tal intensidad en mi haber, no encuentra receptor, no se transmuta, no se entrelaza. Mi nítida materia se deshace en el intervalo transfuga de la dádiva. Dádivas de poemas incomprendidos, de caricias amortajadas y besos esparcidos por la almohada. Es como dar de comer a los burros las flores que cuidé con tanto mimo.

Es como si nada estuviese a la altura de mis circuntancias. Me elevo tanto y tan lejos, que ya no camino, no piso fuerte. Honda por dentro, por fuera liviana.

Así, paradójicamente, me convierto en mera espectadora de la parodia viviente que me rodea, y acabo preguntándome si no estoy acaso menos viva que el resto de cobardes de los que me compadezco.

O si no estaré muerta ya...


"Diario íntimo 1931-1934". Anaïs Nin.


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