Tan mío, como la libertad es del preso
y la paz, de aquel fusil oxidado.
y la paz, de aquel fusil oxidado.
Tan tuyo, mi corazón en la mano, que te abrasa,
y mis ojos en tus párpados,
cegados de tanta luz.
cegados de tanta luz.
Tan grande, el continente, que estallado,
de lágrimas y besos esparcidos por la almohada,
mojada y somnolienta.
De esperar. Se ahogó.
Tan lleno el vaso se ha ido a derramar,
tu sal, sobre mi sed,
para que calle a gritos tus ausencias.
para que calle a gritos tus ausencias.
Y al fin, al fondo, del túnel, vacío,
sin ti,
ni tú,
ni yo,
ni yo,
ni eres,
ni hoy,
ni ayer,
ni vas,
ni habrás estado aquí.
En mí.
Eterno instante fugaz.
Eterno instante fugaz.
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