domingo, 25 de marzo de 2012

Tulipanes

Había recibido más de veinte llamadas esa tarde, cosa no acostumbrada para una mujer tan desapegada al teléfono móvil como yo. Todo me era ajeno, pero lo iba a haciendo mío.

Un cambio de estatutos, validación de una encuesta, conflictos laborales, incompatibilidad  de horarios, fechas de seminarios, límites de entrega, resultados de exámenes, pruebas de laboratorio…, y un qué tal de mi madre, y cómo y cuándo, y dónde y a qué horas… y ellos solos en casa, y él que deja la carrera, y cada uno a lo suyo…, problemas de salud, nefrólogos, psiquiatras, una compañía de autobuses, precio de la gasolina, un vuelo a deshora, llegada el miércoles noche… crisis de ansiedad, estrés acumulado, pastillas para dormir, hojas por minuto, facturas de teléfono… crisis de pareja, gritos, murmullos, silencios incómodos… y una propuesta de cine, otra de copas, otra de sexo encubierto.

Cuando estoy a punto de tirar móvil por la ventana, llama ella con su voz angelical: “Laurita, ¿has visto como han crecido los tulipanes?, florecieron cuatro esta mañana. Jajaja, perdona, solo te llamaba para eso, es que me ha hecho mucha ilusión”.

Me hizo sonreír. Es ella quien los riega todas las mañanas, pensé.

Y pensé en esa flor que tengo dentro de mi vientre.

Y decidí retirarme a darle también de beber.

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