martes, 14 de febrero de 2012

Perlas para un triste ayer de hoy

Me engulle el tiempo tejiendo este collar de perlas.
Fabricando, una a una, con lágrimas engarzadas.
Les doy de beber aguardiente de mi pozo de gozo.
Las uno con hilo candente, al rojo vivo.
Titilan como estrellas. Vivarachas. Desnudas.

A veces las cuentas se convierten en botones
que coso orgullosa en la frente o en la sien.
Otras veces conforman broches relucientes
que luzco con brío, cual diva del celuloide.

Mas siempre, desgastado por el uso brioso,
el hilo se torna endeble hasta romperse,
las perlas se derraman por la cuenca del seno,
los botones taponan una entraña sucia
los broches se enquistan en el tren del deseo.

Entonces me turbo, me golpeo las sienes,
me agacho tras mis joyas, fogonazo del pasado,
brota agua y más agua que me ciega el sentido.

Busco al tacto, frenética, las perlas en el lodo
al paso que mis lágrimas se van secando de nuevo
y que olvido, insensata, lo que había perdido.

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